Si quieres saber la verdadera diferencia entre un niño y un adulto, piensa en una barra grande de chocolate. Ahora piensa en ese chocolate medio derretido, todo pegajoso. ¿Cómo lo manejaría un adulto? Con cuidado, con muchas servilletas a mano. ¿Y un niño? Un niño se lanzaría con entusiasmo, sorbiendo, lamiendo y devorando.
Los adultos salen con cuidado. Miran antes de saltar. Los niños corren con los brazos abiertos para abrazar el mundo. Viven el momento. Una escritora infantil debe ser capaz de capturar el mundo desinhibido de los jóvenes si quiere conectar con ellos. Tiene que aprender a pensar como un niño.
Relájate, diviértete
Los niños no temen hacer el ridículo mientras se diviertan. Y todos son bienvenidos, incluyendo al "zorro con calcetines", al "gato con sombrero" y al "zorro en el bolsillo". El Dr. Seuss conocía este pequeño secreto para el corazón de un niño: nada es demasiado tonto ni demasiado exagerado para que un niño lo disfrute. Así que hay que relajarse y divertirse antes de esperar que los lectores lo hagan.
Deja que la imaginación corra desenfrenada
Los niños no tienen sentido de lo imposible. Dales una aventura alocada y volverán por más. Los escritores infantiles no pueden limitarse a lo apropiado, creíble o posible, porque ese no es el mundo que habitan los niños. Así que cruza esos límites y expande tu imaginación.
Hadas de los dientes, Papá Noel, Oompa Loompas, duendes, sirenas, magos, gatos de Cheshire... sírvalo con mucha actitud y observe cómo sus jóvenes lectores lo devoran con gusto.
Siente el espíritu del niño
Si quieres que tus personajes actúen y hablen como niños, siente su espíritu infantil. Como viven el momento, los niños sienten con más intensidad y profundidad que los adultos. Un niño no solo monta en bicicleta; siente el viento, respira el cálido sol y saluda a los coches que pasan. Cuando los niños lloran, ríen o juegan, se sumergen por completo en la aventura.
Así que la próxima vez que escribas sobre un niño bailando, siente la música y observa cómo el suelo se desliza bajo tus pies mientras retozas sin preocupaciones. ¡Feliz escritura!